martes, 9 de julio de 2013

Cultura 21: Drag Queen Noir


En la extraña arqueología del negro-drag podríamos comenzar por una de las innumerables producciones de Darcy Glinto, redescubierto y homenajeado en la estupenda página web de John Fraser, http://www.jottings.ca/john/kelly/violinc4.html
Dainty was a Jane (1948) juega con la ambivalencia del gángster homónimo hombre/mujer sin que, sorprendentemente en un autor tan sulfuroso como Glinto, el “shock value” posible de la historia se materialice.

Pero son indudablemente los olvidados paperbacks del inefable Ed Wood Jr. los que, aprovechando la marea de pulp lésbico y gay posterior a 1957, entronizan el personaje de la drag, empezando, cómo no, con Killer in Drag o Black Lace Drag (1963), base de su futura “película” Glen or Glenda, con el modosito Glen Marker transformándose, de noche, en la asesina de ángora Glenda Satin.


La peculiar obra fue seguida de Death of a Transvestite (“!Dejadme morir de Drag!!” grita la portada, siendo también uno de los títulos).
El drag cambia de bando en Pasiones parisinas (1966), con el poli travesti que investiga estrangulamientos de stripers en la Ciudad de las Luces. Drag Trade, del 67, puede leerse como una autobiografía pulp del propio Wood, que aparece de drag en la portada.

Wood introdujo así el negro en el subgénero “drag” que ya por entonces se iba desligando de la iconografía gay, abriendo las puertas a un pequeño micro-género.

lunes, 8 de julio de 2013

21 se cuela en las páginas del INTERVIU!!

Soy el virus de la Humanidad! ¡¡Os voy a matar a todos!! –había gritado el profesor Onafre antes de activar su mortífero dispositivo...



Encontrad en vuestro quiosco, todas las semanas de este infernal verano,
las nuevas aventuras de nuestro héroe
más descocado que nunca en...

TONY ROMERO DETECTIVE DRAG QUEEN

En exclusiva para Interviu.es
http://www.interviu.es/reportajes/articulos/tony-romero-detective-y-drag-queen

jueves, 4 de julio de 2013

Cultura 21: Terroristas (3)


Cultura 21: Terroristas (3) Por Antonio D. Leiva

Dentro del cine negro propiamente dicho de esa época dorada citemos de modo puramente arbitrario The Death Merchants del 73 o The Parallax View de A. J. Pakula (1974) y cómo no la grandiosa Black Sunday de John Frankenheimer (1977).

Entre los clásicos de los ochenta figura indiscutiblemente En el nombre del padre de J. Sheridan (1984), prolongada en cierto modo por The Crying Game de N. Jordan (1992)

Ya a las puertas del ataque al WTC citemos Arlington Road de M. Wellington (1999) y la india The Terrorist de Santosh Shivan del mismo año

Por lo demás el énfasis se ha ido desplazando, dentro del género, hacia el contra-terrorista, desde Nikita hasta la ficticia CTU de 24 horas (con el efectivo “Jack is Back Bauer”…), pasando, cómo no, por los juegazos Rainbow Six o Counter-strike (¿quién tiene tiempo para leer cuando hay tanto a qué jugar?, dirán algunos…).


Y, claro está, hay un antes y un después, norteamericano y global, del 9/11 con la proliferación de pelis obsesionadas con el tema, desde la tensa United 93 de P. Greengrass (¡!sí, el de los Bourne!!) o el Paradise Now de Hany Abu-Assad hasta delirios como la reciente “godzillada” de Cloverfield… por no hablar del descarnado himno al Imperio yanqui que supone Zero Dark Thirty.

Y se nos anuncia una auténtica oleada de “terroristadas” para el 2013…

Ya estáis enterados: RUN FOR COVER como diría el viejo Dubleyú Junior…

martes, 2 de julio de 2013

Cultura 21: Terroristas (2)





Cultura 21: Terroristas (2) 

Por Antonio Domínguez Leiva



El libro de Daniel de Doctorow se ha convertido en el clásico sobre el radicalismo armado de los “años del odio” (o los “otros sixties” que no fueron del amooor…).

La buena terrorista, envidiable título de Doris Lessing (1985) retraza las actividades “anti-sistema” de un grupúsculo del Londres punki y squatter. Visión desencantada de la ultra-izquierda el libro de Lessing se sitúa en la tradición conradiana.

El Leviatán de Auster también ha retomado dicha tradición, mostrando el reverso autodestructivo del sueño americano.

El contrato de Friedrich Dürrenmatt (1986), por su parte, desconstruye el género, haciendo del terrorista una “pseudos-creación de Estados inestables” y Don DeLillo lleva dicha desconstrucción hacia el pos-posmodernismo en Mao II.

Por el contrario John Updike resucita el enfoque entre empático y distanciado de Dosto en The Terrorist (2006).

Dentro del negro puro el terrorista no ha prosperado tanto, captado más bien por el género rival del espionaje, del cual es uno de los emblemas…

Empezando con los chicos del SPECTRE de nuestro queridísimo Bond, James Bond…

Curiosamente, pese a ser un puro producto de la Guerra Fría, la serie de Bond inventaba exóticos super-villanos que poco tenían que ver con el verdadero Enemigo… y tras la caída del Muro los villanos han ido proliferando y adoptando la cara anónima del terrorista, culminando en las organizaciones que financia Le Chiffre en el estupendo Casino Royale.

De hecho se puede decir sin temor a exagerar que Osama es una confirmación de las pesadillas imaginadas por Ian Fleming.

Dentro del negro citemos por ejemplo Los terroristas de ese tándem tan curioso Maj Sjowall and Per Wahloo.

Por no hablar, claro, de la cantidad de listillos que han puesto “terrorista” en sus títulos después de lo de las Gemelas (Steven Lang y compañía).

Sería imposible hacer un listado de todas las pelis que tratan del terrorismo, empezando con la adaptación de Conrad por Alfred Hitchcock en Sabotaje (1936).

El miedo nuclear de los 50 alimentó pelis como las británicas Seven Days to Doom (1950) o Secret People (1951) pero el miedo al terrorismo realmente culminó en los años 70 siguiendo célebres masacres (muchas de ellas relacionadas con el siniestro GLADIO).

En aquella época dorada del “cine para adultos” surgieron joyas de incorrección política como Alemania en otoño (1978) que contó con Heinrich Böll o la Tercera Generación de Fassbinder (1979). En Italia fueron los films políticos como Cadáveres ilustres de Francesco Rossi los que trataron el problema, al tiempo que en España se trataba de ETA en la Operación Ogro por el italiano Pontecorvo o El proceso de Burgos de Imanuel Uribe (1979).


Cultura 21: Terroristas (1)

  http://images.moviepostershop.com/secret-agent-movie-poster-1996-1020211006.jpg

Cultura 21: Terroristas (1) 

Antonio Dominguez Leiva

La figura literaria del terrorista surge con el “boom” (je, je) nihilista. La figura arquetípica será la de Pyotr Verkhovensky, en Los demonios de Dostoievski (1872). Inspirándose en el asesinato, cometido en 1869 por el grupo revolucionario Venganza del Pueblo de uno de sus miembros, Ivan Ivanovich Ivanov, la novela transpone la figura de su líder, Sergey Nechayev, cercano a Bakunin, transformándola en un Ángel Exterminador.

Auténticamente apocalíptica, la novela sigue siendo uno de los monumentos que conducirían hacia el territorio negro…

Los nihilistas rusos seguirían dando guerra en la ficción, protagonizando una curiosidad de Oscar Wilde, su tragedia Vera, or the Nihilists, tan alejada de los “witticisms” y boutades que le hicieran famoso.

La segunda gran vertiente del terrorista literario viene del Agente secreto de Conrad (1907). Este se inspiró en el atentado fallido contra el observatorio de Greenwich (¡menuda idea, como se dice, de bombero!) por un anarquista francés, Martial Bourdin, perteneciente al grupúsculo anarquista The Autonomie Club. El supuesto “atentado” fue probablemente una operación de un “agente provocador” del Scotland Yard y tal vez el pobre Bourdin trataba solamente de hacer desaparecer una comprometedora bomba en Greenwich Park.

En todo caso, Conrad, como Dosto, transforma una banal crónica de sucesos en una potente obra arquetípica, creando personajes arquetípicos como el siniestro agent provocateur (suena mucho mejor en francés, así lo ha entendido la línea de lencería inglesa…) Mr. Verloc, el pobre e idiótico Stevie que Verloc manipula hasta la muerte y por supuesto “El Profesor” (X), con una bomba siempre pegada a su cuerpo deforme para nunca ser pillado desprevenido… ¿os suena?

Los rodean cantidad de seres novelescos como el viejo ácrata Kart Yundt, el idealista “apostol” que, sin comerlo ni beberlo, terminará pagando el pato y contando su vida desde la cárcel, el sutilmente incapaz inspector Heat… En fin, nos habéis comprendido.

Hay que leerla.

Y no basta con ver la peli, que os conocemos…

Con dos padrazos como estos el personaje del terrorista estaba abocado a triunfar en la literatura, tanto “alta” como “infra”.